El Colegio Seminario "San Luis Gonzaga" es una Institución Educativa
Parroquial creada por la
Diócesis de Huánuco. Esto es importante tenerlo en cuenta,
porque el laico que trabaja en él como educador católico, deberá buscar la
comprensión de las características y las razones de las mismas y procurará
identificarse con ellas profundamente para que los rasgos propios del colegio
se realicen a través de su trabajo personal.
Es por eso que se ha diseñado el Perfil del Educador Católico, que permitirá encaminar al docente sanluisino
hacia la optimización de su labor
educativa. Cada rasgo que se propone deberá ser analizado, meditado y en lo
posible vivido:
COMO PERSONA:
ü
El Educador Católico,
consciente de su filiación divina, coloca al hombre en la más alta dignidad, la
de hijo
de Dios, por medio del amor; le da como modelo y meta a CRISTO, Hijo de
Dios encarnado, perfecto hombre, cuya imitación constituye para el hombre
fuente inagotable de superación personal y colectiva. De esta forma el educador
católico puede estar seguro de que hace al hombre más hombre.
ü
Su testimonio de vida
arrastra más que su palabra. Los alumnos, padres de familia y sociedad en
general miran con especial atención a los educadores católicos.
ü
Busca la
socialización a través de la comunicación asertiva que llega al corazón, a la
solidaridad y a la comunión con los otros y a la interacción de vida personal
gracias a la voluntad; voluntad que hay que educar hacia la fraternidad.
ü
Revisa
permanentemente su vida personal y
profesional y la orienta en orden al bien.
ü
Participa con
entusiasmo en la búsqueda incesante de mejores seres humanos para una sociedad
unida, democrática y justa, a partir de la construcción de una Iglesia local y
nacional unida a sus pastores.
ü
Es defensor de los
alumnos menos brillantes y de los débiles.
ü
Está en lucha
permanente contra los antivalores.
ü
Es aquel que vive los
valores cristianos cada día para poder sembrarlos entre sus alumnos y luego
cosechar lo que sembró. Es consciente que si siembra valores cosechará
felicidad, si siembra antivalores cosechará sufrimiento.
ü
Tiene siempre
presente una actitud mental positiva, rompe el círculo vicioso o cadena de
recuerdos de sensaciones desagradables y conductas negativas.
ü
Es un ser que busca
el completo dominio de sí mismo, cuya vida y obras deben dar testimonio de que
sabe lo que es justo, que es apto para todo, el que aprovecha y glorifica la
vida y está por encima de la miseria que le circunda, que sabe sacar ventaja de
todo lo que le rodea, un hombre fiel a sus convicciones tiene firmeza del alma
en el bien.
ü
Muestra su amor a la
verdad, la rectitud, la constancia en obrar siempre de acuerdo a su conciencia.
Tiene los principios rectos bien grabados en la inteligencia y arraigados en el
corazón.
ü
Cultiva con asiduo
cuidado las facultades intelectuales, creativas y estéticas del hombre,
desarrolla rectamente la capacidad de juicio, la voluntad y la afectividad,
promoviendo el sentido de los valores, favoreciendo las actitudes justas y los
comportamientos adecuados, introduce a sus alumnos en el patrimonio cultural
conquistado por las generaciones
anteriores, prepara para la vida, fomenta el trato amistoso entre los alumnos
induciéndolos a comprenderse mutuamente.
ü
Ve las cosas con
realismo esperanzado y sano optimismo.
ü
Ayuda a guiar al
educando hacia una actitud de apertura y sociabilidad para con los demás
miembros de la comunidad educativa.
ü
Es consciente de que
su labor educativa depende, no sólo de lo
que sabe, sino de lo que es, de su persona y de su vida.
ü
Colaborador,
solidario, sencillo, prudente, responsable, mesurado y alegre.
ü
Respetuoso de sus
pares, de los alumnos y de todos los miembros de la comunidad educativa, los tiene
en cuenta desde la dignidad de la
persona. Apto para convivir y trabajar en equipo.
ü
Forma a sus
discípulos en y para la libertad que incluye responsabilidad. Libertad que
permite darse a sí mismos, siendo capaz de asumir las consecuencias de sus
decisiones. Libertad para trabajar por el bien común y satisfacer sus
necesidades básicas. Libertad para reparar el daño personal y social.
COMO DOCENTE:
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Es consciente de las
notas distintivas del colegio católico donde labora y se identifica con ellas,
creando un ambiente animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad,
ayudando a los niños y adolescentes a que crezcan según el mensaje de la
salvación con la calidad de enseñanza religiosa que ofrece.
ü
Es el que tiene
sentido de pertenencia a la institución, el que se identifica con su filosofía
y axiología.
ü
Es el que tiene
capacidad creativa, innovadora, es paciente, promueve la investigación, y la
participación de los educandos en el proceso formativo y en el desarrollo del
conocimiento.
ü
Es el que aplica una
metodología adecuada, mediante la investigación, la construcción del
conocimiento, la creatividad y sobre todo, el respeto al ritmo personal del
alumno, teniendo actitudes de amor, perdón, de creer en el otro, de ayuda, de
servicio y de exigencia bondadosa.
ü
Es el que adapte los
contenidos al nivel de conocimiento y grado de desarrollo mental de sus
educandos.
ü
El que esté dispuesto
a su permanente actualización.
ü
Que tenga aspiración
constante por la formación integral del alumno.
ü
Es un líder, que procura
dar amor a sus alumnos y hace que éstos aspiren a ser mejores personas cada día
a través de su ejemplo y coherencia de vida.
ü
Pone especial cuidado
al realizar cualquier actividad por pequeña que parezca, porque en cada acto,
gesto y palabra se está formando o deformando la conciencia de los alumnos y
por lo tanto incluyendo en la construcción de una fe personal y de la escala de
valores o antivalores que sin darse cuenta inculca o refuerza.
ü
Comprende que somos
una dualidad indivisible: cuerpo y espíritu, por tanto con su labor debe
desarrollar capacidades intelectuales, afectivas pero sin descuidar la
dimensión espiritual que se manifestará a través del cuerpo en actitudes y
comportamientos de acuerdo a lo que cada persona siente y cree.
ü
Actúa en conjunto con
todo el personal del colegio para que todo el centro educativo viva en pastoral
y por ende, todos los momentos estén impregnados del mensaje de la fe traducido
en forma de vida y de fraternidad cristiana.
ü
Es aquel educador de
la multiculturalidad, de la interculturalidad y de la inculturación. Es el que
respeta la diversidad de las culturas, promueve el encuentro, el diálogo y la
valoración mutua, en términos de conocimiento, valoración y acogida de los
diferentes.
ü
Da a la educación
calidad, eficacia y profundidad, da valores cristianos con una actitud de
apertura, cambio y permanente perfeccionamiento.
ü
Es un formador de
hombres, cuya profesionalidad tiene la característica esencial de ser sólida y
científica (con cargo a mantenerla, elevarla y actualizarla), porque abraza el
oficio profético de Cristo y lo prolonga con su magisterio, de lo contrario
pondría en merma la formación integral del educando.
ü
Tiene en su vocación
un trabajo de continua proyección social, ya que forma al hombre para su inserción
en la sociedad, preparando a asumir un compromiso social ordenado a mejorar sus
estructuras, conformándolas con los principios evangélicos y para hacer de la
convivencia entre los hombres una relación pacífica, fraterna y comunitaria.
ü
El educador católico
está preparado y predispuesto a asumir una responsabilidad que el Obispo le
confía;
ü
Es autocrítico y
creativo. Capaz de propiciar iniciativas significativas de creatividad,
aprendizaje y formación.
ü
Contribuye a la
creación de un ambiente que posibilite
la expresión auténtica de la realidad del niño y del joven para propiciar el
dialogo, el encuentro, la cercanía como base para la orientación y el
acompañamiento.
ü
Favorece en el
colegio el clima de fraternidad, democracia, escucha, diálogo, integración y
servicio, formando personas capaces de hacer opciones libres y responsables.
ü
Establece relaciones
positivas con los padres de familia, profesores y demás miembros de la
comunidad educativa.
ü
Es el que descubre,
fortalece y consolida la vocación de los alumnos.
COMO CRISTIANO:
ü
Tiene una fe profunda
en Dios, es decir, tiene la convicción que Dios actúa en su vida personal y en
la historia de manera dinámica a través de la persona de Cristo.
ü
El educador católico
es fiel imitador del ejemplo de Jesús Maestro.
ü
Asume seria y
conscientemente el compromiso personal, familiar, laboral y social de educar
evangelizando y de evangelizar educando a través del testimonio cristiano.
ü
Participa sencilla y
activamente en la acción evangelizadora de
la Iglesia ,
además que es partícipe de las actividades litúrgicas que en su ámbito se
desarrolle (especialmente la
Eucaristía todos los domingos y los programados por el
colegio). Los alumnos asimilarán mejor a través del ejemplo vivo la importancia
que esa vida tiene para los creyentes.
ü
Se prepara
constantemente en la profundización del conocimiento de su fe asumiendo
compromisos pastorales con el colegio y con su parroquia de procedencia.
ü
Evangeliza a través
de su labor educativa y pastoral con afecto y confianza.
ü
Su rol es de ser
educador de la fe, formador de valores para cambiar la dinámica actual de la
vida y deje de ser utópica la construcción del Reino de Dios.
ü
Es profeta en una
realidad concreta, porque está llamado a ser la conciencia crítica y despierta
de la comunidad educativa.
ü
Es un hombre de fe y
esperanza, cree y espera porque la vida para él tiene sentido, sabe que la
esperanza es siempre el tónico del espíritu que alienta, vigoriza y empuja a la
acción eficaz, sin permitir que se apodere el desaliento.
ü
Contribuye a crear en
su institución educativa una comunidad
de fe participando activamente en grupos de animación pastoral o cualquiera de
los núcleos que sean fermento evangélico.
ü
Protagonista
comprometido en la misión evangelizadora, manifestando su adhesión a la función
trascendente del docente católico.
ü
Promotor del
crecimiento espiritual e intelectual de los alumnos
ü
Vive su profesión
como una vocación de servicio con alegría y amor, entregando a la labor
educativa sus valores, su tiempo y sus capacidades.
ü
Infunde respeto a la
vida como don de Dios, vive su trabajo
como misión y compromiso cristiano.
PERFIL DEL EDUCADOR:
La personalidad del
educador es uno de los factores más importantes de la Educación de la Fe , porque todos sabemos que
los alumnos aprenden lo que ven de sus educadores: captan sus actitudes,
reflejan sus convicciones, en ocasiones imitan su comportamiento, incluso
repiten sus mismas afirmaciones.
“Se educa más por lo
que se es, que por lo que se dice”.
Para que en las
Instituciones Educativas trabaje un maestro que educa según el Evangelio, se
propone que debe reunir estas características:
- Ser y sentirse un educador profesional:
Esto quiere decir, hacer nuestro deber, nuestras tareas con claridad,
poniendo en ello lo que hemos aprendido y preparado, todo lo que sabemos y
podemos.
- Ser una persona reflexiva y de oración:
Ser persona que crece interiormente y desarrolla una buena relación con
Dios: el Dios de la Biblia
y de la Iglesia ,
pero también el Dios personal, mío, tuyo, con el cual hablo y le escucho, le
pregunto y me orienta.
- Sentir la responsabilidad de ser colaboradores:
Somos colaboradores de los padres, primeros educadores de sus hijos,
somos también colaboradores de éstos en su proceso de formación y madurez; a la
vez que somos colaboradores de los compañeros de trabajo y finalmente
colaboradores (agentes) de la pastoral de la Iglesia.
- Sentirse Iglesia:
Para el Maestro Católico es fundamental sentirse agente pastoral y
portador de la buena noticia. Ser
iglesia tiene que empujarnos a conocerla más, a involucrarnos en su accionar, a
participar de su mensaje y oración.
- Saber que uno representa a Cristo Maestro:
Que nos llama a liberar a nuestros alumnos de la ignorancia, de los
peligros, de las limitaciones que tienen, de las decepciones y frustraciones
para que ellos solos salgan al encuentro de su propia vida.
- Saber manejar el stress, las presiones:
En nuestro tiempo es frecuente que se produzcan enfermedades
psicosomáticas, por no saber manejar nuestras presiones y emociones. Es necesario encontrar con inteligencia y
voluntad formas adecuadas que nos llevan a superar el stress como: No ser
rutinarios o perfeccionistas; reaccionar con sinceridad frente a críticas,
mentiras, etc.
- Tener autoestima:
Es esencial que el maestro tenga una buena imagen de sí mismo, confianza
y seguridad en sí a pesar de sus limitaciones porque es conciente de su
vocación, de su capacidad y de su misión
evangelizadora que le permite sentirse bien, ser sereno, positivo, justo, veraz
y afectuoso con sus alumnos, colegas y superiores..
- Tener el don de la disponibilidad:
Por disponibilidad entendemos la actitud de apertura en nuestro
servicio, dentro de los límites de nuestra capacidad y de nuestras
posibilidades; entendemos además una generosidad de entrega que supera el mero
dar solamente lo que uno debe; es darse hasta donde uno realmente puede y
dentro de las necesidades.
- Tener sentido del humor:
El don del buen humor es reír y saber hacer reír sanamente, descubriendo
el lado cómico y alegre en nosotros mismos y en nuestro alrededor. El don del buen humor encierra un enorme
estímulo para sí y para los demás a ser positivos y optimistas.
- Probar satisfacción y gozo con lo que se hace:
Nada más destructivo en la vida es tener que trabajar en algo que no nos
gusta.
Si no estamos convencidos cada día de que estamos haciendo lo que más
nos gusta, lo que nos da satisfacciones, y para lo cual nos habíamos preparado
y hemos sido llamados; entonces tenemos que hacer un alto en nuestra vida y
preguntarnos si no ha llegado el momento de revisarlo todo e introducir cambios
de ruta o de trabajo.
Huánuco,
13 de marzo de 2012.
Fileno A. Dávila
Gabriel
DIRECTOR
“EL BUEN MAESTRO HACE QUE EL MAL ESTUDIANTE SE CONVIERTA EN BUENO Y EL
BUEN ESTUDIANTE EN SUPERIOR”´. M.Torres
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