martes, 20 de marzo de 2012

EL SANLUISINO Y LA ORACIÓN:

Cada mañana encomendad a Dios las ocupaciones del día”. San Juan Bosco
La oración es esencial para la persona, por lo tanto, lo es para el sanluisino. Es un clamor que  se presenta desde lo más hondo de sí. Evadirlo o no atenderlo conduce a un sofocamiento interior que altera aún más las rupturas que afectan al ser humano.
En la bimilenaria historia del cristianismo han existido muchas formas de orar. La misma Sagrada Escritura así nos lo muestra.
¿Qué es orar?
Orar es dialogar con Dios, nuestro Padre celestial, para escucharle, alabarlo, darle gracias y pedirle aquello que nos conviene. Orar es abrir consciente, libre, voluntariamente, nuestro corazón a la divinidad.
La oración es hablar con Dios; conversar con nuestro Padre del Cielo, con Jesús, con el Espíritu Santo; conversar con nuestra Madre la Virgen María, con el ángel custodio, con los santos. Es el camino más cercano a Dios.g
En este diálogo lo más natural es que digamos alabanzas a Dios, le demos gracias por las gracias y beneficios recibidos, pidamos perdón e imploremos lo que necesitamos.
Para un cristiano orar es un deber y lo es también para el sanluisino. Si lo consideramos bien; ¡qué tal suerte la nuestra: poder hablar todos los días con Dios o con la Virgen, con la sencillez y confianza de un hijo con su papá, con su mamá!
Dios escucha siempre nuestras oraciones; lo dice la Biblia: "Me invocarán, y yo les escucharé" (Jer 29,12); "Pidan y recibirán" (Jn 16,24).
¿Tenemos obligación de orar a Dios?
Si, tenemos obligación de orar a Dios; pero no sólo obligación, sino necesidad, porque Dios es nuestro Señor y nuestro Padre, porque Jesucristo nos lo manda y porque la oración es el medio ordinario de alcanzar la gracia y los demás beneficios de Dios. San Alfonso María de Ligorio enseñaba claramente: "el que no reza, no se salva". Se debe orar  en todo tiempo.
¿Cómo hay que orar?
Algunas veces en forma personal y otras en conjunto, agrada mucho a Dios cuando se ora en familia, los sanluisinos debemos orar en familia, los padres junto a sus hijos en algún momento del día. Nuestra oración debe ser ofrecida en fe, en  espíritu de humildad y agradecimiento, en armonía con la voluntad de Dios.
¿De cuántas maneras puede ser la oración?
La oración puede ser mental y vocal; o sea, hecha sólo con la mente o hecha con palabras dichas con atención. Además con oraciones ya elaboradas y aprendidas o con palabras que salen del corazón y que van directo al corazón de Dios.
¿Dios escucha siempre nuestras oraciones?
Sí, Dios escucha siempre nuestras oraciones y nos concede lo que es más conveniente para nuestra salvación, mediante la oración tenemos acceso a Dios y podemos alcanzar el perdón, la paz y la fortaleza. Dios sólo actúa en respuesta a nuestra oración.
¿Debemos orar a la Santísima Virgen María?
Sí, debemos orar a la Santísima Virgen María porque es la Madre de Dios y es Madre nuestra que intercede por nosotros y a la que nada negará Jesús cuando le hable de nosotros. La historia de la Iglesia está marcada por la experiencia de que María Santísima nuestra Madre escucha siempre a sus hijos. Como bien dice una antigua oración cristiana: "Jamás se ha oído decir que alguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio, haya sido abandonado de Ti".
¿Hemos de orar también al ángel custodio y a los santos?
Si, hemos de orar al ángel custodio porque está a nuestro lado siempre para ayudarnos, y a los santos porque interceden por nosotros ante Dios.
¿Porqué motivos debemos orar?
Hay tantos motivos por qué orar, debemos orar por ejemplo pidiendo ayuda y bendiciones para nuestros padres y familiares, maestros, autoridades, para nuestro estudio, trabajo, salud, economía, por los enfermos, ancianos, desvalidos, encarcelados, perseguidos, huérfanos, etc.

“Es necesario orar; el que ora como debe, alcanza de Dios todo lo que quiere”. Anónimo
Huánuco, 23 de marzo de 2012

FILENO ALMANZOR DÁVILA GABRIEL
Director

PERFIL DEL EDUCADOR CATÓLICO


El Colegio Seminario "San Luis Gonzaga" es una Institución Educativa Parroquial creada por la Diócesis de Huánuco. Esto es importante tenerlo en cuenta, porque el laico que trabaja en él como educador católico, deberá buscar la comprensión de las características y las razones de las mismas y procurará identificarse con ellas profundamente para que los rasgos propios del colegio se realicen a través de su trabajo personal.
Es por eso que se ha diseñado el Perfil del Educador Católico,  que permitirá encaminar al docente sanluisino hacia la  optimización de su labor educativa. Cada rasgo que se propone deberá ser analizado, meditado y en lo posible vivido:

COMO PERSONA:

ü  El Educador Católico, consciente de su filiación divina, coloca al hombre en la más alta dignidad, la de hijo de Dios, por medio del amor; le da como modelo y meta a CRISTO, Hijo de Dios encarnado, perfecto hombre, cuya imitación constituye para el hombre fuente inagotable de superación personal y colectiva. De esta forma el educador católico puede estar seguro de que hace al hombre más hombre.
ü  Su testimonio de vida arrastra más que su palabra. Los alumnos, padres de familia y sociedad en general miran con especial atención a los educadores católicos.
ü  Busca la socialización a través de la comunicación asertiva que llega al corazón, a la solidaridad y a la comunión con los otros y a la interacción de vida personal gracias a la voluntad; voluntad que hay que educar hacia la fraternidad.
ü  Revisa permanentemente su vida personal y  profesional y la orienta en orden al bien.
ü  Participa con entusiasmo en la búsqueda incesante de mejores seres humanos para una sociedad unida, democrática y justa, a partir de la construcción de una Iglesia local y nacional unida a sus pastores.
ü  Es defensor de los alumnos menos brillantes y de los débiles.
ü  Está en lucha permanente contra los antivalores.
ü  Es aquel que vive los valores cristianos cada día para poder sembrarlos entre sus alumnos y luego cosechar lo que sembró. Es consciente que si siembra valores cosechará felicidad, si siembra antivalores cosechará sufrimiento.
ü  Tiene siempre presente una actitud mental positiva, rompe el círculo vicioso o cadena de recuerdos de sensaciones desagradables y conductas negativas.
ü  Es un ser que busca el completo dominio de sí mismo, cuya vida y obras deben dar testimonio de que sabe lo que es justo, que es apto para todo, el que aprovecha y glorifica la vida y está por encima de la miseria que le circunda, que sabe sacar ventaja de todo lo que le rodea, un hombre fiel a sus convicciones tiene firmeza del alma en el bien.
ü  Muestra su amor a la verdad, la rectitud, la constancia en obrar siempre de acuerdo a su conciencia. Tiene los principios rectos bien grabados en la inteligencia y arraigados en el corazón.
ü  Cultiva con asiduo cuidado las facultades intelectuales, creativas y estéticas del hombre, desarrolla rectamente la capacidad de juicio, la voluntad y la afectividad, promoviendo el sentido de los valores, favoreciendo las actitudes justas y los comportamientos adecuados, introduce a sus alumnos en el patrimonio cultural conquistado  por las generaciones anteriores, prepara para la vida, fomenta el trato amistoso entre los alumnos induciéndolos a comprenderse mutuamente.
ü  Ve las cosas con realismo esperanzado y sano optimismo.
ü  Ayuda a guiar al educando hacia una actitud de apertura y sociabilidad para con los demás miembros de la comunidad educativa.
ü  Es consciente de que su labor educativa depende, no sólo de lo  que sabe, sino de lo que es, de su persona y de su vida.
ü  Colaborador, solidario, sencillo, prudente, responsable, mesurado y alegre.
ü  Respetuoso de sus pares, de los alumnos y de todos los miembros de la comunidad educativa, los tiene en cuenta desde la dignidad  de la persona. Apto para convivir y trabajar en equipo.
ü  Forma a sus discípulos en y para la libertad que incluye responsabilidad. Libertad que permite darse a sí mismos, siendo capaz de asumir las consecuencias de sus decisiones. Libertad para trabajar por el bien común y satisfacer sus necesidades básicas. Libertad para reparar el daño personal y social.


COMO DOCENTE:

ü  Es consciente de las notas distintivas del colegio católico donde labora y se identifica con ellas, creando un ambiente animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad, ayudando a los niños y adolescentes a que crezcan según el mensaje de la salvación con la calidad de enseñanza religiosa que ofrece.
ü  Es el que tiene sentido de pertenencia a la institución, el que se identifica con su filosofía y axiología.
ü  Es el que tiene capacidad creativa, innovadora, es paciente, promueve la investigación, y la participación de los educandos en el proceso formativo y en el desarrollo del conocimiento.
ü  Es el que aplica una metodología adecuada, mediante la investigación, la construcción del conocimiento, la creatividad y sobre todo, el respeto al ritmo personal del alumno, teniendo actitudes de amor, perdón, de creer en el otro, de ayuda, de servicio y de exigencia bondadosa.
ü  Es el que adapte los contenidos al nivel de conocimiento y grado de desarrollo mental de sus educandos.
ü  El que esté dispuesto a su permanente actualización.
ü  Que tenga aspiración constante por la formación integral del alumno.
ü  Es un líder, que procura dar amor a sus alumnos y hace que éstos aspiren a ser mejores personas cada día a través de su ejemplo y coherencia de vida.
ü  Pone especial cuidado al realizar cualquier actividad por pequeña que parezca, porque en cada acto, gesto y palabra se está formando o deformando la conciencia de los alumnos y por lo tanto incluyendo en la construcción de una fe personal y de la escala de valores o antivalores que sin darse cuenta inculca o refuerza.
ü  Comprende que somos una dualidad indivisible: cuerpo y espíritu, por tanto con su labor debe desarrollar capacidades intelectuales, afectivas pero sin descuidar la dimensión espiritual que se manifestará a través del cuerpo en actitudes y comportamientos de acuerdo a lo que cada persona siente y cree.
ü  Actúa en conjunto con todo el personal del colegio para que todo el centro educativo viva en pastoral y por ende, todos los momentos estén impregnados del mensaje de la fe traducido en forma de vida y de fraternidad cristiana.
ü  Es aquel educador de la multiculturalidad, de la interculturalidad y de la inculturación. Es el que respeta la diversidad de las culturas, promueve el encuentro, el diálogo y la valoración mutua, en términos de conocimiento, valoración y acogida de los diferentes.
ü  Da a la educación calidad, eficacia y profundidad, da valores cristianos con una actitud de apertura, cambio y permanente perfeccionamiento.
ü  Es un formador de hombres, cuya profesionalidad tiene la característica esencial de ser sólida y científica (con cargo a mantenerla, elevarla y actualizarla), porque abraza el oficio profético de Cristo y lo prolonga con su magisterio, de lo contrario pondría en merma la formación integral del educando.
ü  Tiene en su vocación un trabajo de continua proyección social, ya que forma al hombre para su inserción en la sociedad, preparando a asumir un compromiso social ordenado a mejorar sus estructuras, conformándolas con los principios evangélicos y para hacer de la convivencia entre los hombres una relación pacífica, fraterna y comunitaria.
ü  El educador católico está preparado y predispuesto a asumir una responsabilidad que el Obispo le confía;
ü  Es autocrítico y creativo. Capaz de propiciar iniciativas significativas de creatividad, aprendizaje y formación.
ü  Contribuye a la creación de un ambiente  que posibilite la expresión auténtica de la realidad del niño y del joven para propiciar el dialogo, el encuentro, la cercanía como base para la orientación y el acompañamiento.
ü  Favorece en el colegio el clima de fraternidad, democracia, escucha, diálogo, integración y servicio, formando personas capaces de hacer opciones libres y responsables.
ü  Establece relaciones positivas con los padres de familia, profesores y demás miembros de la comunidad educativa.
ü  Es el que descubre, fortalece y consolida la vocación de los alumnos.


COMO CRISTIANO:

ü  Tiene una fe profunda en Dios, es decir, tiene la convicción que Dios actúa en su vida personal y en la historia de manera dinámica a través de la persona de Cristo.
ü  El educador católico es fiel imitador del ejemplo de Jesús Maestro.
ü  Asume seria y conscientemente el compromiso personal, familiar, laboral y social de educar evangelizando y de evangelizar educando a través del testimonio cristiano.
ü  Participa sencilla y activamente en la acción evangelizadora de  la Iglesia, además que es partícipe de las actividades litúrgicas que en su ámbito se desarrolle (especialmente la Eucaristía todos los domingos y los programados por el colegio). Los alumnos asimilarán mejor a través del ejemplo vivo la importancia que esa vida tiene para los creyentes.
ü  Se prepara constantemente en la profundización del conocimiento de su fe asumiendo compromisos pastorales con el colegio y con su parroquia de procedencia.
ü  Evangeliza a través de su labor educativa y pastoral con afecto y confianza.
ü  Su rol es de ser educador de la fe, formador de valores para cambiar la dinámica actual de la vida y deje de ser utópica la construcción del Reino de Dios.
ü  Es profeta en una realidad concreta, porque está llamado a ser la conciencia crítica y despierta de la comunidad educativa.
ü  Es un hombre de fe y esperanza, cree y espera porque la vida para él tiene sentido, sabe que la esperanza es siempre el tónico del espíritu que alienta, vigoriza y empuja a la acción eficaz, sin permitir que se apodere el desaliento.
ü  Contribuye a crear en su institución educativa una  comunidad de fe participando activamente en grupos de animación pastoral o cualquiera de los núcleos que sean fermento evangélico.
ü  Protagonista comprometido en la misión evangelizadora, manifestando su adhesión a la función trascendente del docente católico.
ü  Promotor del crecimiento espiritual e intelectual de los alumnos
ü  Vive su profesión como una vocación de servicio con alegría y amor, entregando a la labor educativa sus valores, su tiempo y sus capacidades.
ü  Infunde respeto a la vida como don de Dios,  vive su trabajo como misión y compromiso cristiano.

                                                                                 
PERFIL DEL EDUCADOR:

La personalidad del educador es uno de los factores más importantes de la Educación de la Fe, porque todos sabemos que los alumnos aprenden lo que ven de sus educadores: captan sus actitudes, reflejan sus convicciones, en ocasiones imitan su comportamiento, incluso repiten sus mismas afirmaciones.

“Se educa más por lo que se es, que por lo que se dice”.

Para que en las Instituciones Educativas trabaje un maestro que educa según el Evangelio, se propone que debe reunir estas características:
  • Ser y sentirse un educador profesional:
Esto quiere decir, hacer nuestro deber, nuestras tareas con claridad, poniendo en ello lo que hemos aprendido y preparado, todo lo que sabemos y podemos.
  • Ser una persona reflexiva y de oración:
Ser persona que crece interiormente y desarrolla una buena relación con Dios: el Dios de la Biblia y de la Iglesia, pero también el Dios personal, mío, tuyo, con el cual hablo y le escucho, le pregunto y me orienta.
  • Sentir la responsabilidad de ser colaboradores:
Somos colaboradores de los padres, primeros educadores de sus hijos, somos también colaboradores de éstos en su proceso de formación y madurez; a la vez que somos colaboradores de los compañeros de trabajo y finalmente colaboradores (agentes) de la pastoral de la Iglesia.
  • Sentirse Iglesia:
Para el Maestro Católico es fundamental sentirse agente pastoral y portador de la buena noticia.  Ser iglesia tiene que empujarnos a conocerla más, a involucrarnos en su accionar, a participar de su mensaje y oración.
  • Saber que uno representa a Cristo Maestro:
Que nos llama a liberar a nuestros alumnos de la ignorancia, de los peligros, de las limitaciones que tienen, de las decepciones y frustraciones para que ellos solos salgan al encuentro de su propia vida.
  • Saber manejar el stress, las presiones:
En nuestro tiempo es frecuente que se produzcan enfermedades psicosomáticas, por no saber manejar nuestras presiones y emociones.  Es necesario encontrar con inteligencia y voluntad formas adecuadas que nos llevan a superar el stress como: No ser rutinarios o perfeccionistas; reaccionar con sinceridad frente a críticas, mentiras, etc.
  • Tener autoestima:
Es esencial que el maestro tenga una buena imagen de sí mismo, confianza y seguridad en sí a pesar de sus limitaciones porque es conciente de su vocación, de  su capacidad y de su misión evangelizadora que le permite sentirse bien, ser sereno, positivo, justo, veraz y afectuoso con sus alumnos, colegas y superiores..
  • Tener el don de la disponibilidad:
Por disponibilidad entendemos la actitud de apertura en nuestro servicio, dentro de los límites de nuestra capacidad y de nuestras posibilidades; entendemos además una generosidad de entrega que supera el mero dar solamente lo que uno debe; es darse hasta donde uno realmente puede y dentro de las necesidades.
  • Tener sentido del humor:
El don del buen humor es reír y saber hacer reír sanamente, descubriendo el lado cómico y alegre en nosotros mismos y en nuestro alrededor.  El don del buen humor encierra un enorme estímulo para sí y para los demás a ser positivos y optimistas.
  • Probar satisfacción y gozo con lo que se hace:
Nada más destructivo en la vida es tener que trabajar en algo que no nos gusta.
Si no estamos convencidos cada día de que estamos haciendo lo que más nos gusta, lo que nos da satisfacciones, y para lo cual nos habíamos preparado y hemos sido llamados; entonces tenemos que hacer un alto en nuestra vida y preguntarnos si no ha llegado el momento de revisarlo todo e introducir cambios de ruta o de trabajo.

                                               Huánuco, 13 de marzo  de 2012.

Fileno A. Dávila Gabriel
DIRECTOR




“EL BUEN MAESTRO HACE QUE EL MAL ESTUDIANTE SE CONVIERTA EN BUENO Y EL BUEN ESTUDIANTE EN SUPERIOR”´.   M.Torres

lunes, 19 de marzo de 2012

FILENO A. DAVILA GABRIEL: "IDEAS FUERZA PARA EDUCAR"

FILENO A. DAVILA GABRIEL: "IDEAS FUERZA PARA EDUCAR"

IDEAS FUERZA
PARA EDUCAR
Fileno Almanzor Dávila Gabriel

Resumen

            En los tiempos actuales donde la escuela parece haber descuidado su labor educadora y sólo ha priorizado la función de transmitir conocimientos y más conocimientos, se hace necesario proporcionar a los maestros y padres de familia algunas ideas fuerza que les permita reflexionar y cambiar de actitud para desarrollar una verdadera tarea educadora que permita formar personalidades en las nuevas generaciones que sean  útiles a sí mismos, a su familia, a la patria y a la humanidad.  No es del todo bueno que un maestro simplemente sea transmisor de un conocimiento en una rama específica de la ciencia, ya lo dice Frey Betto: “Hoy se educa la razón sin educar el corazón, originando personas intelectualmente adultas y sentimentalmente infantiles, falsas y hasta agresivas”.

GREAT IDEAS
FOR TEACH
Abstract
        In the actual time where the school doesn’t care for its education work and just it center its force in its function to give teaches and more teaches, so it would be necessary to give to teachers and family parents “great ideas” that it leaves to think and change their behaviors to development a true education work and this will leave to create personalities into the new generations that would be important to themselves, to their family, to the country and the humanity. Isn’t as good that a teacher only be a teaches giver in a specific area of the science, as said Frey Betto:” Today we teach the reason without to tech the heart, so we create adult intellectually persons and sentimentally child, false and agresives”.



INTRODUCCIÓN

            En estos últimos tiempos la educación ha vuelto a ser un tema importante que se viene introduciendo en las agendas públicas.  Desde ya esto es una buena noticia. En todos los sectores de la sociedad existe la preocupación por tratar con seriedad el tema de la educación, los mismos maestros al sentirse solo transmisores de un conocimiento  en una rama específica de la ciencia, están reflexionando y sólo les falta tomar la decisión de cambiar de actitud, así como la fuerza de voluntad y la perseverancia para poner en camino a ese cambio que tanto se pregona.

La meta del maestro debe ser la de educar, es decir formar una personalidad en cada uno de sus alumnos, imbuyéndoles una serie de valores, para ello debe ser el mismo maestro modelo de referencia de los valores, para que su alumno pueda interiorizar los valores de su educador; su trabajo ha se ser muy comprometido, es por ello que se le alcanza algunas ideas que considero “ideas fuerza”, que considero será su soporte del maestro, primero para su decisión de cambio y luego su fortaleza de llevarlo a cabo.

Se dice que el siglo XXI, va a ser el siglo del conocimiento, sin embargo el gran fenómeno de la globalización, necesita de una escuela nueva, no la de ayer que está atrapada en la memorización, en la trivialidad y la inoperancia que le resulta inútil. Los maestros auténticos son los llamados a emprender este gran cambio, son los que han de sacar a la educación de la simple capacitación para la producción y el consumo, son los que deben llevar adelante la formación integral de la persona.


I.  NADIE DA LO QUE NO TIENE:

            En efecto, para dar hay que tener y para tener hay que buscar con sacrificio y generosidad, en suma hay que buscar acumular más experiencias enriquecedoras, más conocimientos, más sabiduría,  mejores y suficientes orientaciones, consejos, opiniones, etc. Todo esto nos obliga con sinceridad a mantenernos en constante actividad de preparación, de lectura, de estudio, de investigación  y de trabajo, no podemos mantenernos conformistas, inactivos y cómodos con lo poco que tenemos, así dentro de poco ya no tendremos nada que dar, así nos volveremos rutinarios, descuidados, improvisados e improvisadores, mentirosos y aburridos.  Es preciso tener presente siempre esta idea fuerza que nos hará reflexionar y permitirá desarrollar en cada uno de nosotros el espíritu de cambio y mantener vivo el deseo de superación, la vocación de servicio cuya máxima satisfacción es el de  dar antes que el recibir, por lo tanto se puede sostener que: “quien mucho tiene, mucho puede dar”.

            En educación como en la vida, detenerse es retroceder,  No nos podemos detener en buscar para tener y luego dar.  Aún cuando el camino no está hecho, nos debemos lanzar a hacerlo y recorrerlo. No buscar para tener es darle la espalda a la vida. Es momento de cambiar, recuerda que la escuela sólo cambiará cuando cambies tú.

II. CONOCER, AMAR Y SERVIR:

            Esta idea fuerza  nos hace saber que el maestro tiene la obligación ineludible de conocer a sus alumnos, así como los padres a sus hijos y el médico a sus pacientes, porque sólo lo que se conoce se puede amar, sabido es que nadie ama a algo o alguien que no conoce y consecuentemente este amor te lleva a servir con entrega sin pedir nada a cambio.  Esta idea fuerza se aplica también a diversos casos y circunstancias de la vida, por ejemplo, a nuestros alumnos les debemos hacer conocer su realidad natural, recorriendo palmo a palmo toda su geografía, visitando sus cerros, sus colinas, sus ríos, sus llanuras, sus quebradas, su clima, etc.; del mismo modo les debemos hacer conocer su realidad social para que puedan interrelacionarse con las otras personas que allí viven sembrando una amistad firme y duradera; con el mismo interés también le debemos hacer conocer su realidad cultural para que aprecie y exprese lo que su gente hace o produce (bienes culturales materiales y bienes  culturales espirituales) y así  desarrolle su identidad cultural.
           
            En resumen si uno conoce bien a su suelo, a su gente y todo lo que su gente hace o produce, se les puede llegar a amar y de ello nace la vocación de servirles con toda la intensidad de su ser.

            Es imprescindible que un maestro conozca bien a sus alumnos y que los padres de familia conozcan bien a sus hijos, este hecho les permite atenderlos con precisión y significatividad en lo que a ellos les interesa, lo necesitan. En lo que resuelven sus problemas y satisfagan sus aspiraciones.

            Es deber del maestro aprender a conocer bien a sus alumnos, acercándonos, escuchándole, interrogándole, interesándonos por ellos, etc., hasta llegar a conocerlos en sus necesidades, intereses, problemas, aspiraciones, anhelos, porque solamente de este modo se les puede ayudar mejor a satisfacerlos y resolverlos; además se cometerá menos errores al educarlos y al brindarles consejos y orientaciones oportunos.

III.           INFUNDIR EL AMOR AL ESTUDIO, AL TRABAJO  Y A LA ORACIÓN:

            Desde muy pequeños a nuestros alumnos e hijos les debemos inculcar el amor al estudio como fuente permanente de superación, de conocimiento y sabiduría; amor al trabajo como fuente de riqueza, de bienestar, de realización personal y de santidad; y amor a la oración como un acercamiento a nuestro Creador, alabándolo, dándole gracias por los beneficios recibidos, pidiendo perdón por nuestras faltas y pidiendo ayuda en nuestras necesidades y carencias.  Todo esto, no sólo con la prédica, sino con el ejemplo, en consecuencia estudiemos, trabajemos y oremos juntos, porque esta idea fuerza, no solo debe servir para ser sabido, sino para ser vivido intensamente.

            De manera constante, o sea en cada acto de nuestra vida diaria,  la oración como el arma más poderosa de cada cristiano, debe acompañar tanto al estudio como al trabajo, la tarea diaria debe ser orar antes de estudiar y orar antes de trabajar, para que el estudio como el trabajo sean bendecidos por Dios y nosotros alcancemos el éxito que esperamos de ellos.

IV.   LA PRÁCTICA COTIDIANA DE LOS VALORES:

            Se dice y se ve cómo en  la actualidad nuestra patria atraviesa una crisis generalizada de valores, esto quiere decir que chicos y grandes, menores y mayores no practicamos como es debido los valores y es más carecemos de modelos de valores y por lo tanto no hay a quien imitar, en consecuencia, aquí es necesario que todos nos pongamos a reflexionar y decidir qué debemos hacer para revertir esta sonada crisis que nos mantiene postrados y hasta alarmados. Muchos dicen que los valores no se predican, sino se transmiten, vale decir, que se enseña con el ejemplo y quienes deben dar el ejemplo, en primer orden somos los mayores o sea los  padres y los maestros.  Pero, ¿si estamos en crisis de valores nos hallamos en condiciones de ser modelos para nuestros hijos y alumnos?  Claro que no, aquí hay varias cosas por hacer: primero, una toma de conciencia de nuestra realidad colectiva y personal, luego tomar una decisión de cambio efectivo  e inmediato que debe plasmarse en la práctica cotidiana.  Consecuentemente tenemos que empezar diciendo y haciendo ¿Qué valores practico y qué valores no practico?  La tarea fundamental que nos toca es hacer el esfuerzo de poseer más valores y aquí debemos desplegar el esfuerzo de asumir inmediatamente el mayor número de valores posibles, que a su vez nos permitan superar nuestras carencias y deficiencias, de este modo seremos capaces de ir adornando poco a poco nuestra personalidad con muchos valores hasta convertirnos en verdaderos modelos para nuestros hijos y alumnos; que esta decisión y esta práctica no sólo sea flor de un día, sino algo permanente.

            No es fácil educar valores, hay que tener el valor de educar.

V.  SEMBREMOS LA CULTURA DE LA PERSEVERANCIA, TENACIDAD, RESILIENCIA,     CONSTANTANCIA, ETC.:
           
            Hoy asistimos a una vida donde el facilismo parece habernos seducido y nos mantiene oprimidos,  casi todo lo  queremos obtener fácilmente, procuramos esforzarnos lo menos posible, nos desanimamos muy rápido de algo que nos hemos propuesto hacer ante el primer obstáculo que se nos presenta, hemos perdido la fama de luchadores y emprendedores, no tenemos la capacidad de responder con altura y dignidad ante las adversidades y dificultades.  Como muchos afirman, en los colegios hemos creado y pertenecemos a la cultura del “once”, ahora nos caracterizamos por hacer esfuerzos mínimos como por ejemplo, sólo nos esforzamos para sacar la nota de once y así  pasar por agua tibia  como decían los abuelitos; y como verán, así no somos mejores ni en extensión ni en profundidad en todo orden de cosas.  Si de veras queremos cambiar, es momento ya de enseñar a las nuevas generaciones a superar todo esto, promoviendo un cambio personal inmediato, no podemos esperar para mañana, porque mañana simplemente no llega, es una mentira piadosa.  El defecto que muchas veces tenemos también es que, primero esperamos que otros cambien para hacerlo luego nosotros, así no funcionan las cosas, el cambio efectivo comienza por uno mismo y los demás cambian ya al vernos que hemos cambiado, así por efecto multiplicador hagamos que los demás cambien con nuestro certero cambio, seamos para ellos el ejemplo, procuremos convertirnos algo así como en el fuego que tiene dos virtudes: de dar luz y calor; seamos luz con nuestro ejemplo y seamos calor al ser fraternales con los demás.  También es preciso sembrar en los alumnos y en nuestros hijos el espíritu de trabajo, de resistencia a los rigores del trabajo, de ser perseverantes, consecuentes, tenaces, constantes y resilientes; que son los ingredientes indispensables del éxito, de la victoria, del triunfo y la superación.  Hagamos que nuestros alumnos se formen ideales superiores y tengan motivos por los que luchar, que sean visionarios y procuren volar alto como lo hace el águila y no como la gallina a poca distancia del suelo.


CONCLUSIÓN

            Ser maestro implica ser sacrificado,  abnegado y perseverante, inconforme con lo que ya sabe y conoce, el maestro debe ser aquel que ha decidido ser un eterno estudiante, porque su estudio no termina cuando obtiene el título, sino que es constante hasta el fin de su vida, debido a que  los conocimientos se renuevan, la ciencia avanza, la tecnología crece, la información se produce en grandes volúmenes diariamente, todo ello exige al maestro estudio e investigación permanente y por amor propio, si quiere estar al día con el avance científico y tecnológico debe estar en constante estudio.

            Para educar, hay que aprender a educarse uno mismo, cuando otros han terminado de educarnos.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.    Antonio P. E. Educar Valores y el Valor de Educar. Parábolas. San Pablo distribución 2000.
2.    Eduardo B, Nelly G. M. Educación en Valores. Centro de Proyección Cristiana.
3.    José C. G. Relaciones Humanas, por qué, para qué. Ediciones “Aporte” Arequipa. 2000.
4.    Leo, B. Cómo amarnos los unos a los otros. Desafío de las Relaciones Humanas. Editorial Diana México 1986.





Huánuco, 16 de marzo de 2009.