SEXTA PALABRA
Discurso: pronunciado
en Viernes Santo (03-04-20125) en la Iglesia “La Merced” de Huánuco por Fileno Almanzor
Dávila Gabriel
Después de que empaparan sus labios con
vinagre JESÚS pronunció estas palabras: «TODO ESTÁ CONSUMADO, TODO ESTÁ CUMPLIDO» (Jn. 19, 30). Esta palabra nos muestra como Jesús había cumplido hasta las
últimas consecuencias su misión redentora, porque todo ha sido dado, todo
ha sido vertido y derramado; nada falta añadir, porque ya perdonó todo, ya nos
dejó su testamento, diciendo: “Amaos los unos a los otros como Yo os he
amado”, ya nos dio a María como nuestra Madre y con ella mitigó nuestra
orfandad. La sexta palabra muestra como Jesús había cumplido hasta las
últimas consecuencias su misión redentora. Y
Cristo, recorriendo todas las profecías del Antiguo Testamento y viendo que se
habían cumplido maravillosamente todas en Él, lanzó un grito de profunda, de
íntima y entrañable satisfacción: « ¡Todo está consumado, todo está cumplido!».
Es el grito del triunfador que se cubre con el laurel de la victoria. Es el broche de oro que corona el programa de su vida:
cumplió escrupulosamente la Escritura haciendo siempre la voluntad del Padre.
Sin lugar a dudas, es una enseñanza para la vida. Es una invitación a cada uno
de nosotros para que podamos cumplir fielmente la voluntad de Dios ya sea en la
familia, en el trabajo, en nuestras amistades, en los deberes cívicos, pues, en
cada escenario de nuestra vida donde hay
una misión que cumplir dando lo mejor de nosotros mismos, aún a costa de
sacrificios.
Nuestro Redentor en una
expresión corta pero profunda, nos ha dado a entender que toda la ley ha sido
cumplida, toda la deuda del mundo ha sido pagada. Ese
verbo nos traduce que se ha dado por concluida una obra, por acabada una
misión, por alcanzado un objetivo.
Nuestro Señor Jesucristo al hacerse hombre
como nosotros vino a cumplir una misión: a entregar la vida por todos. Lo consiguió,
todo lo que tenía que hacer lo hizo. Con esto confiesa que ha vivido, pero no
ha vivido en vano, más por el contrario ha
logrado el objetivo.
Esta es una declaración de victoria, pero
también de la derrota del mal; la vida ha triunfado sobre la muerte, la
esperanza ha triunfado sobre el dolor, la justicia ha triunfado sobre el pecado
y Dios ha triunfado sobre el adversario y sobre las huestes del mal.
"Todo está consumado"
significa que ya no hay separación, el grito de Jesús desde la cruz le dice al
mundo que el abismo que creó el pecado entre Dios y el mundo ya no existe,
ahora el punto de contacto entre la divinidad y el género humano es la cruz. La
cruz es el puente que lleva al ser humano ante la presencia de Dios, la cruz ha
revelado la justicia divina y ahora es posible alcanzar salvación por gracia.
La salvación es pues un don divino, un regalo de vida, para toda aquella
persona que cree en lo que Jesús hizo en la cruz. De este modo Jesús sigue
haciendo de su muerte una oración, un acto de infinito amor.
Con su
inminente muerte, libremente asumida, el Hijo cumple hasta el final la misión
que había recibido del Padre. Y para terminar el diálogo constante que había
mantenido con Él día y noche, durante toda su vida, se lo va a decir ahora con
el hilo de voz que le quedaba: “Todo está cumplido”. La misión fue
dura. Pero está cumplida. Ha sido duro revelar a Dios como quien sufre con el
hombre el precio de sus culpas. Tuvo que haber cruel oposición. Pero Dios se ha
revelado así y, al mismo tiempo, el ser humano por fin ha cumplido su parte: ha
cumplido en Jesús. Ahora Adán tiene un nuevo punto de partida para llegar a
Dios, porque Dios mismo ha venido a cogerlo sobre sus hombros. El ser humano ha
sido rescatado de su absurdo, de su sinrazón culpable. La creación atisba el
cumplimiento de su destino de Gloria y de Vida. El enemigo del Creador y del
género humano ha perdido la batalla. La creación no fracasará. Está ya
convirtiéndose en libre y gozosa alabanza del Amor creador, en gloria de Dios.
Porque Jesús lo ha cumplido todo.
Queridos hermanos,
¡Imaginaos el regocijo del Padre con tal Hijo! Lo había enviado lejos, lejísimo
de Él: nada menos que hasta la muerte, el lugar más apartado de Dios, pero ha
sido fiel a su misión. No se ha echado atrás. No ha sucumbido a la tentación de
buscar caminos distintos de los que el Padre tenía preparados. ¡Y eso que el
tentador no había cejado en su intento de sugerirle caminos supuestamente
mejores! Pero no, el Hijo ha sido fiel, “obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Filip. 2, 8).
Por tanto, no
es verdad: la autonomía desvinculada de Dios, no es la fuente de la felicidad.
¡Cuánto confundimos hoy la libertad con la
“real gana”, eso sí: muy “razonada, razonable y responsable”! No es cosa que
hayan inventado los jóvenes de hoy. Es el error fatal de una cierta cultura
moderna de siglos del que muchos de ellos – y tantos otros – somos a un tiempo
transmisores y víctimas. Recordemos que la autonomía sin vínculos no es libertad; es
soledad aisladora y mortal.
No se puede
empezar la vida cuatro veces y siempre desde cero. No se puede navegar en un barco sin piloto. La nave acabaría a la deriva de los vientos y estrellada
contra cualquier arrecife. No hay buen viaje por la vida sin los mapas de la
voluntad de Dios. Es cierto que muchas veces marcan rutas estrechas por los
anchos mares de la imaginación y de la sinrazón. Pero son las que nos llevan al
puerto de la felicidad. Sin mapas no hay ruta. Sin obediencia no hay libertad.
Sin el otro, a quien hacer entrega de sí, no hay identidad madura.
Gracias, oh
Cristo, por tu fidelidad, por tu obediencia, que para nosotros es una buena
enseñanza. Ella nos cura de nuestras infidelidades, de nuestras desobediencias,
de nuestros espejismos de autonomía. Gracias, oh Cristo, por haberlo cumplido
todo. Has cumplido con tu Padre y has cumolido con la humanidad para darnos el regalo más
bello, que es la libertad completa.
Fileno Almanzor Dávila Gabriel
No hay comentarios:
Publicar un comentario